enero 22, 2008

Historias Sencillas

Solos pensaba hoy, que mirando con perspectiva ciertos hechos del pasado, éstos cobran un sentido mucho mas sencillo que cuando los vivimos.
Un ejemplo concreto, pensó Solos, son las separaciones. En el momento en que uno vive una separación, el dolor es inmenso y uno busca los motivos que llevaron a la ruptura. Piensa las razones, repasa uno a uno sus “síntomas” y los del conyugue, para llegar a una conclusión que le pueda proporcionar una explicación. Entonces se encuentran una maraña de argumentos elaboradísimos (ni hablar si para su análisis se recurrió a un profesional), donde se detallan desde el Edipo, las características de las personalidades, los grupos sanguíneos y hasta quizás alguna enfermedad psíquica de cada uno de los integrantes de la pareja. Una mezcla de todo eso causó la separación. Unos pueden reprocharse su parte en la cuestión, martirizarse por eso. Otros dejan la responsabilidad para la otra parte y salen a divertirse para recuperar “tiempo perdido”. Seguro hay otras opciones que Solos no tuvo en cuenta. Pero lo cierto es que un día, tal vez por el paso del tiempo o tal vez por un simple reconocimiento espontáneo, dice Solos, que uno se da cuenta, que en realidad todo es mucho más sencillo.
La gente se separa por algo mucho más superficial, mucho más evidente que la incompatibilidad de caracteres. La separación, mas allá de cualquier fundamento que se encuentre “en el fondo”, es porque no se soporta mas pasar por esos momentos ineludibles de gritos, ruido, reclamos, palabras hirientes, confesiones de ultimo momento. Esos momentos que se repiten y que uno solo puede quedarse a “pasar”, porque uno vive allí y porque uno es parte de eso, forma eso. Eso que “le pasa” a uno, que experimenta en intervalos cada vez más cortos, ese tipo particular de peleas horrorosas, comienzan como discusiones subidas de tono y evolucionan hasta las peleas en las que uno se va, el otro te echa. Sucede una vez, dos veces, mil. No importa la cantidad, sino el límite de cada uno. Así se conforma el final.
Esto no quiere decir que la gente que no pelea horrorosamente no se separa, pero sí que tiene muchas menos posibilidades. *
*Solos, en general, piensa y habla con máximas. (N. del editor)

Errores del mounstro Solos

Los peores errores son los sistemáticos. Esto es, algo que es estructural en nosotros y que cambiarlos puede significar:
a) mucho dinero en sesiones con el mejor analista de Buenos Aires
b) convertirnos al budismo
c) convertirnos al budismo y lograr cortar con la cadena de causalidad que hace que todo esto que nos sucede, nos suceda.
d) Nacer devuelta
e) Encontrar personas a las que mágicamente (solo podría ser cuestión de magia) nuestros errores les caigan bien.
f) Irse a vivir solo a alguna montaña o lago a algún lugar así.
g) Ir cambiando de pareja para pasarla bomba hasta que llegue el día que se de cuenta de todo.

No menciono otras soluciones porque son muy idealistas, como la media naranja y cosas asi.

Cadenas vanas


Hace un tiempo, alguien escribió sobre el amor y los desencuentros. Yo le respondí:
La historia de los que jugamos este juego del amor, se trata de una cadena de idealizaciones vanas.Juan idealiza a Paula, pero Paula no conecta con Juan cuando se juntan a comer fideos porque ella idealiza a Tulio, que no conecta con Paula cuando se juntan a charlar porque Tulio idealiza a Vivian, que no conecta con Tulio (salvo en una cama, por ej) porque ella idealiza a otro tipo, y entonces Tulios y Vivians por ahí terminan mal o viéndose las espaldas y mirando potus y geranios”
Puede ser…
Ahora… cuando dos personas se encuentran… que es el amor (heterosexual)?
Es una cadena de mujeres histéricas.

Cuando Paula ama a Juan y Juan ama a Paula, Paula piensa que Juan no la ama y que hay una mujer, a la que llamaremos Ana, a la que Juan ama con Locura. Esta mujer es morocha si Paula es rubia y es rubia si Paula es morocha. Esta mujer es para Paula, mas hermosa, es mas inteligente, mas intelectual y mucho mas graciosa y divertida… que ella. Además, suele llegar al orgasmo en 2 segundos y permanece en el climax absoluto por mas de media hora. Tiene una familia excepcional, dinero, dos tetas impresionantes y un culo para hacerle un monumento.A su vez, Ana (que es en realidad una mujer comun, con problemas y celulitis) piensa que Facundo, su novio, ama en realidad a otra mujer, a la que llamaremos Vivian (que es rubia, porque Ana es morocha). Para Ana, Vivian es mas hermosa, mas inteligente y mas divertida, que ella.La cadena continúa.

Cómo crear un mounstro "Solos"

Hola, mi nombre es Solos y esta es mi breve historia:
No se sabe exactamente cuándo. Un día se concibió, luego creció y salió.Siguieron la desazón, el desamparo. Qué hacer con esto totalmente nuevo. Preguntas de mierda: Quién puede pensar así de algo tan bonito, rubio, de ojos celestes (llueve, hay ruidos, hay bebes por todas partes).Después el tiempo, las cagadas, las meadas. Un padre… distante, arisco. El padre/cimiento. Cimiento de miedos. Padecimiento de miedos.Devuelta crecer. Aparece un hermana (otra vez bebes, bebes, bebes) La primaria, los compañeros, los amigos. Algún accidente que deforma alguna parte del cuerpo (y del corazón). Momentos buenos, malos, regulares.Un cuerpo nuevo. Tetas. Placeres nuevos. La secundaria. Amigos. Momentos buenos, malos, regulares. Un padre bueno.Mas amigos. Vicios. Perdidas (bebes, bebes por todas partes).Juventud. Pareja. Separación. Pareja. Amor. Histeria.

*En cursiva: acotaciones de Solos.

Buenas

Hace un tiempo dije que volvía a escribir y no lo hice.
En realidad sí lo hice pero nunca le avisé a alguien de la existencia de ese espacio internetiano.
Resultá que ahora tampoco aviso que vuelvo a escribir aca. Me gustaría que el que pase, entre y se quede. Y que pasen, que entren y se queden, y que vuelvan y así.

septiembre 07, 2007

Sin palabras

Las cosas buenas dejan sin palabras. Me dejan sin palabras.
El dolor me deja sin palabras.
Ver una cucaracha que lo mas campante camina por mi escritorio mientras escribo, me deja sin palabras.
Me dejan sin palabras los chat, menos cuando hablo con Agostina hasta las 3 de la mañana.
Me dejan sin palabras esas cosas y por eso no hablé mucho todo este tiempo. Tambien podemos pensar que la libido estaba puesta en algún objeto que no era un blog y ese objeto (de amor) era infinitamente mas placentero que la internet. Aunque despues internet y el objeto hagan amistad y se forme algo asi como un triángulo perfecto que me gustaría destrozar. Pero señor, señora, no puedo ir contra tremenda corriente.
En fin.
Vuelvo al ruedo.

abril 23, 2007

Ficcion/es

Llevó el cigarrillo a su boca y dio una pitada larguísima. Tragó el humo, tal vez para llenarse. Estaba nervioso. Sentía una opresión en el pecho, mezcla de ansiedad y la angustia que uno vive cuando sabe que está cometiendo un error. ¿Un error? Tal vez lo fuera para Paula. Para él no era un error encontrarse con Ema, una mujer que no conocía y aun asi, le había quitado el sueño varias noches. Esas noches las había pasado sin dormir por pensarla, por idear estrategias para encontrarla, por imaginarle un cuerpo, y mucho mas, por lo que seguía después de imaginarle un cuerpo, claro. Un cuerpo claro.

Ahora la esperaba en la esquina de Ramblas y Ferran. Quince minutos para las cinco de la tarde. Hacia tanto frío. Esa mañana en El País, leyó un artículo que decía que este Enero, era el mas frío de los últimos diez años. Desechó la idea la caminar por la playa (un poco por el recuerdo del artículo mencionado, y mucho porque caminar por la playa era algo que le gustaba hacer a Paula y cuando pensaba “Paula” se le comprimía aun mas el pecho y otro sector de su anatomía). Llevaría a Ema a algún Café de la plaza, estaban cerca de allí. Si la cosa iba bien podían ir a cenar. Claro que existía la posibilidad de que ella no se presentara. Es que Joaquín solo había conseguido la dirección de correo electrónico de Ema. Para asegurarse un margen de error (necesario para quienes quieren darle al “destino” alguna parte de responsabilidad en ciertos “asuntos”, como si de alguna forma eso minimizara luego la culpa, consecuencia ineludible para quienes creen que en casos como este -de infidelidad- uno jode a su pareja) le envió a Ema un único mail, en el que le explicaba quién era él, cómo era su aspecto y por qué quería conocerla. Le indicó el lugar: Ramblas y Ferran, la hora: cinco de la tarde, y cómo estaría vestido para que lo reconociera. Agregó que no quería un mail de respuesta (tal vez no quería preguntas) porque eso complicaría las cosas, así que solo la esperaría allí y si ella no asistía a la cita, no habría reproches (aunque seguramente alguna amargura).

Cinco menos diez minutos. Si la cena se daba bien, podían ir a tomar un café, pensó Joaquín. Tomar café y ojala acepte tomarlo en mi departamento.

“Se trata de ser fiel a uno mismo” – le había dicho Paula unos días atrás, “eso es la fidelidad. Y no empieces con eso de quién es uno y que uno es el Otro. Está la ilusión de Uno, que se yo”. A esto, Joaquin le contestó que era una ridícula.
Pero Paula se expresaba sin pensar muy bien las palabras, tal vez hasta sin medir las consecuencias. Decía que si pensaba cada palabra, no podía hablar, no podía escribir, no podía llamarse. Ella hablaba sin creer que había un juez. Sin siquiera pensar en la existencia de un testigo. Pero tal vez hablara solo por el testigo, y solo para él.

Las cinco de la tarde.

marzo 30, 2007

Mis "cosas" buenas

Comer una pizza en la calle Corrientes (es avenida, por qué decimos calle). Un llamado inesperado de alguien que quiero, que me pregunta como estoy. Los rulos de Nina que son como flores. La voz de mi hermana. La cara de Ale sonriendo. El sonido de la lluvia. Mi casa (mia y de mil polillas). Charlar de historia con mi papá. Ir caminando hasta el río, andar el muelle y sentarme en las rocas a leer. Tomar un café y una copita con mi abuelo. Una charla de amigas con risa y llanto y devuelta risa. Escuchar cantar a Agos. Muchas materias “metidas”. Hacer el amor y dormir abrazados. Querer a un hombre que me quiere. Recuerdos de viajes. Proyectos de viajes. Un cigarrillo después de comer. Un café y un vaso de soda. El recuerdo de un beso precioso. Escuchar música tirada en la cama. Leer un libro, muchos libros. Dar una clase. Escribir. Caminar por Buenos Aires. Pensarte. Mirar una película, muchas películas. Comer un chocolate. Abrazar a mi mamá. Quererme. Mirarme. Devuelta los amigos. Sentirme abrazada por mi gente, todo el tiempo.

marzo 23, 2007

Ruido

Ruido. Mi hermana mira la TV, una película vieja, no se que es, no presto atención a eso, los diálogos se transforman en ruido, en un murmullo continuo. Me acuesto y me tapo y hasta la sabana hace ruido. Hoy hay tanto ruido en todo. O solo ruido. Y a pesar de tanto ruido escucho un latido y lo siento. Es mas rápido que de costumbre, es más fuerte. Retumba. Tal vez duele un poco. Enseguida empiezo a sentir calor. Me destapo. Sigue el ruido. No me asusta. Me molesta. No voy a escribir el ruido del corazón, no se cómo se hace y además queda feo poner: tun tun tun tun, o algo así (uy, otra vez hice algo que me parecía feo). Escribir tun tun tun tun (oh! Lo hice devuelta) no demuestra lo “dramático” de la situación. No ilustra que cuando uno está tirado en la cama y escucha su corazón y siente que se le va a explotar el pecho, se siente uno tan roto las pelotas (si las tiene) de hacer las cosas mal o de que alguien le haga mal, que en ese momento se pregunta: “¿por qué tanto cliché?” y se lo pregunta con tono de desesperación, de urgencia. Pero resulta que no hay respuesta a eso. Ahí uno elige preguntarse: “¿para qué?” como buscando un fin, claro (un fin claro) y resulta que tampoco hay respuesta, o lo que hay es un fin oscuro. Entonces uno no sabe si creer que se trata de un sadismo insipiente, o de la casualidad misma (opción que me gusta) o por ahí de alguna cuestión esotérica que es lo primero que descartamos, por supuesto, porque eso estaría alejadísimo de nuestra racionalidad.
Pero en medio de tanto imaginario, de tantas preguntas y respuestas, hay un real que no cesa y está ahí para recordarnos que estamos aca y estamos así, ese tun tun tun tun (auch, devuelta). Quién pudiera ponerle palabras a eso.

marzo 18, 2007

Contra/diccion/es

Esa sensación extraña de no poder poner las cosas en palabras otra vez. La sensación de que todo es mentira. No poder nombrar-te y entonces un gesto eterno de disconformidad.
El descontento. No confundas una mueca con una sonrisa. Lo que viste, no fue una sonrisa. No puedo parar de no sonreir-te. Eso tenía que decir-te, pero no pude. Porque después vendrían las preguntas y yo no quiero hacer preguntas ni contestar preguntas. (“Miedo”: recelo (y celos?) o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea). No te voy a obligar a mentir-me. Además ya no creo en nada. No puedo parar de no creer
(“Mentira”: expresión contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa)

marzo 14, 2007

El universo de Juan

A Juan le sobra Buenos Aires.
Él tiene delimitado su universobuenosaires al punto que no puede salirse ni un paso de las fronteras que él mismo marcó. No porque necesite un pasaporte para eso, claro. Sino porque cualquier movimiento fuera de su mundo le parece extraño, le resulta incómodo, porque cualquier paso mas alla de su uni-verso-mundo-juan, le parece “lejos” (quizas por eso nunca me animé a pedirte que me visitaras en mi casa, hubiera sido solo para escuchar que no podías llegar hasta ela)


El universo de Juan, tiene mundos a los que él puede llegar caminando desde su casa, aunque en general usa el colectivo y en particular el subte.
Uno de sus mundos es la avenida Corrientes, desde el Obelisco hasta el 2100 mas o menos. (solo la avenida y sus dos veredas. Una sola cuadra para dentro, para tomar el colectivo de vuelta)

Luego está el sitio en torno al cual el universo de Juan gira, porque es el centro, claro (tu centro), es la estrella-sol-Palermo (con fecha de vencimiento-extinción). Alto Palermo, Palermo Chico, Palermo viejo, Palermo nuevo, Palermo Hollywood, Palermo Soho, Palermo.
Así, el universo Juan se puede hacer caminando. Es lindo, es pintoresco, es caro y es feliz. (Me perdí muchas veces en tu mundo. El otro día descubrí una plaza por Coronel Diaz que no tenía la menor idea que existía. Yo no tenía idea. La plaza sí sabía que existía porque se miraba en la gente que corría alrededor de ella. Es una plaza mas bien deportiva)

El anteúltimo planeta (el segundo mas alejado del centro) es Ciudad universitaria. Juan llega en colectivo. Hace casi 5 años que cada vez que pisa este lugar, se pregunta cómo hizo para soportar semejante viaje. Hace casi 5 años que encabeza una lucha para que muden su facultad a la zona de Palermo (para esto cualquier Palermo le parece bien, mientras que sea Palermo)

Juan rechazó mujeres preciosas porque vivían en Belgrano o en Congreso. Dejó de ir al casamiento de un gran amigo porque el templo le quedaba trasmano (Belgrano R) .No cobró un subsidio para inmigrantes que le enviaban de su país de origen , porque para eso debía presentarse en un banco del microcentro porteño.

Una vez pisó San Telmo por mi y varias veces volvió, un poco por amor y mucho mas por mi insistencia (supongo) . No pude hacer para él un nuevo planeta (tan lejos y tan cerca. Habría que ocuparse de otra cosa) .

marzo 11, 2007

Música

Me pregunto qué es lo que hace que una nena de 10 años compre un disco de Soda Stereo (tal vez valga agregar: “y no de La Ola Verde”). También trato de recordar: cómo era posible que con diez años, yo dispusiera del dinero para comprar música y que fuera sola a la disquería. (Intento recordar en este preciso momento). Cómo sucedia que siendo yo una nena, decidiera salir de mi casa, caminar hasta la disquería del barrio y pedirle al “señor” (un flaco de unos 30, 32 años, cabello largo, rulos, con una remera que decía Zildjian) un disco (en realidad era un casette original) de Soda Stereo. Y seguro se me viene Soda por el sábado pasado en Avenida Alcorta, porque, en honor a la verdad, escuchaba muchas “cosas” en esa época.

Fueron momentos de descubrimiento. Ponía los casettes en el “mini-componente” que mamá y papá me habían regalado. Un Panasonic doble casetera, con un ecualizador que yo movía hasta el cansancio, en busca de algún sonido que vaya a ser Dios cuál era. (Yo atesoraba ese aparato en el escritorio de mi cuarto).

Ahora empiezo a recordar cómo juntaba el dinero para los discos: me quedaba con el vuelto de los mandados, algo me daban mis papás y mis abuelos. Sí, seguro era así... Y entonces el ritual de ir a ese localcito del flaco de los rulos, pedirle un casette y quedarme charlando. Él ponía discos y me explicaba algunas cosas, como por ejemplo, que yo escuchaba Los Redondos de “ahora, que son comerciales” pero él los había visto en La Plata, tocando para diez gatos locos, y que una vez, no me acuerdo qué corista de la banda, se había desnudado en el escenario.
Yo, con toda la emoción de poseer una cinta nueva; de saber historias inéditas del rock (después supe que eran muy conocidas, trilladas y que muchas eran mentira); salía del negocio y me volvía a casa corriendo, a poner el casette, y a sentarme a escucharlo.

Esa fue la misma época en la que cuando me despertaba le preguntaba a mi mamá si había sol y la respuesta determinaba mi estado de ánimo, por lo menos para el transcurso de la mañana.
Esa fue la época de bajar a la casa de mi abuela y hacerle un lío barbaro para conectar el Tocadiscos, para escuchar los discos de mamá: Queen, Deep Purple, Sui, Charly. Yo me acomodaba en el living, al lado de los parlantes, apoyaba los codos en la mesa de madera, agarrándome la cara con las manos. Miraba el disquito girar y escuchaba, nada mas. Y ahí mi abuela (siempre lo mismo): “baja un poco, Ela” y yo contestaba con una sonrisa: “shhhhhh, ´pera un ratito”.

marzo 08, 2007

Cuestión de apertura

Cuestión de apertura, decía un amigo de Don Alvarez, refiriéndose a la diferencia entre hacer el amor y tener sexo. Seguramente cuando hablaba de esta cuestión, aludía algo más orgánico.
De todas formas, si hablamos de amor, aplicaría perfectamente hablar de “cuestión de apertura”, aunque ahí uno se pregunte de la apertura de qué estamos hablando. Y entonces decir que hablamos de la apertura del corazón queda muy cursi; del alma queda antiguo, de la autopista (región media entre los senos arriba del estómago, abajo del corazón) queda ordinario. Hablemos del corazón porque si vamos a utilizar un cliché, vamos a utilizarlo del todo.
Podríamos cuantificar la “cuestión de la apertura del corazón” y decir que para amar, la apertura tiene que ser “mucha”. Por ejemplo, armar una teoría que dijera: sobrepasado el nivel E de apertura del corazón, estamos en presencia de un caso de enamoramiento y/o idealización -si pueden ser menos exquisitos, tomen ambos estados mencionados como sinónimos. (cuando A es: no escucho lo que decís; B es: escucho lo que decís, pero no te creo nada; C es: escucho lo que decís y creo el 50% de las cosas, el 50% de las veces; D es: escucho lo que decís y creo el 70 % de eso; E: escucho lo que me decís y te creo el 80% de eso, y con el 20% restante, hago un esfuerzo sobrehumano por pensar que mi falta de fe tiene que ver conmigo y hago caso omiso de las trescientas ochenta y cuatro pruebas que refutan tus palabras) .
Podríamos hacer otro tipo de teoría sobre la cuestión de la apertura en el amor. Alguna que tenga que ver con “Dejarse llevar”. ¿Sería dejarse llevar por el viento? ¿dejarse llevar por la inercia? . No. Parece que hay que dejarse llevar por algo que no tiene nombre, pero que está alejadísimo del análisis lógico y pormenorizado de la “situación” que estaría a punto de dejarnos en bolas en medio de la calle, en pleno Julio y de madrugada. “Situación” que nos convertiría en bichos bolitas (como dijo Cas un día en la casa de Alvarez) o nos sumiría en el mejillonismo por un largo tiempo, cuando no para siempre.
Entonces, decía, no analizar ni juzgar la “situación”, sino vivir en una realidad paralela (diría Gi), disfrutar de estar estupimorado: desearlo, sentirlo y cuando haya que llorar (porque siempre se termina llorando, sea por un crucero a Italia, por un rubia despampanante o por una crisis maníaco–depresiva que nunca nos imaginamos que podía suceder, aunque amáramos a un marinero, a un mujeriego o un tipo raro respectivamente) Entonces, cuando haya que llorar, decía, venga el dolor y nos estruje el alma: Academias Romance (encontrar datos en http://www.cacasideral.blogspot.com/) y listo.

Esto significa que la cuestión de la apertura en el amor es posible si uno es un idiota. Y al final es verdad que la gente inteligente no llega a ser nada. (aca es donde vos hubieras preferido que citara “textualmente” a Dostoiesvki, pero yo voy a citar otra cosa: “I have become comfortably numb”. Nadie me saca esta anestesia)

marzo 07, 2007

Resabio del dolor


Estoy condenada sin apelación a un futuro de soledad y éxito profesional termino medio. Me sentencié, un día que ni puedo fechar, y me convertí en un mercenario que trabaja para el malo de turno: un villano que siempre me elije de víctima, que me obliga a gatillar armas que disparan palabras vacías. Yo soy el blanco, siempre. Todo el cuerpo se me llena de estas palabras que no tiene sentido emplear. No hay defensa posible. Soy insalvable.
26/09/05

marzo 04, 2007

Dolores*

Por suerte el dolor se va calmando, pero hace un calor agobiante. Por ahí es por eso que me duele menos su nombre.
Pero yo pienso tanto y entonces no pienso nada. Esta es una despedida definitiva (y se me escapa un suspiro). Claro, cómo va a ser sino una despedida.
Me queda un pedacito para arrancar de mi alma, que es chiquito pero vale como un diamante y a veces no quiero que mi pecho se ponga en esa posición, no quiero llegar a sentir el dolor de ese rincón, donde el cuerpo se me transforma en otra cosa. Ese hueco de piel entre los senos (esa partecita que se ve como una autopista entre dos montañas) tiene vida propia y lo siento mas que todo mi cuerpo y mas que las piernas doloridas después de un partido de paleta playero, en la arena seca y caliente, con el sol ardiendo y cuarenta grados de térmica. Esa partecita-autopista se sale del pecho. En ese lugar no esta el corazón, el alma estará? … no se, pero no el corazón, porque el corazón, claro, esta al lado. Ahora, cuando duele, no duele el corazón, duele en el medio (centro, eje, medio, ego. Y al final siempre se trata de uno)
Mi encuentro conmigo resultó ser jodido, sobre todo por esas partecitas-autopistas que parece que no manejo. Se viene un golpe bajo (que tal vez me duela mas que la partecita-autopista) sacar mis scassas pertenencias, digamos mejor, mis pocas cosas (mejor, sí) del departamento. A veces creo que nunca mas voy a poder volver a ese barrio, pero ese ya es otro capitulo (a ese barrio).
* Del 4 de Marzo de 2006

Ejercicio nocturno

00 hs. N. cierra la llave del gas y cierra la puerta del departamento con llave. Va al baño y hace pis. Después se lava los dientes, la cara y las manos. Se pregunta si cerró la llave del gas. Vuelve a la cocina para verificar haberlo hecho. De paso intenta abrir la puerta para chequear que esté cerrada.
Va al dormitorio. Elige un traje. Lo saca cuidadosamente del placard. Luego, saca una camisa, unos zapatos y una corbata. Acomoda todo en una silla. Toma su billetera, cuenta el dinero que tiene en ella y la pone sobre la mesa. Vuelve a la cocina para mirar la llave de gas. Vuelve a intentar abrir la puerta para asegurarse que esté cerrada con llave. Camina los 8 metros hasta el baño y se lava nuevamente las manos.
Va a la cama. Pone su despertador a las 7:15 AM. Toma el control remoto de la TV. Se acuesta. Suspira. Decide mirar a un costado. La mira. Le saca los anteojos. Ella sonríe, sabe de qué se trata.
2 AM él va a la cocina a buscar agua. Revisa la llave del gas y que la puerta esté cerrada. Va al baño. Apaga las luces. Le dice “dejá que yo apago todo como siempre”. Se acuesta. Suspira. Se duerme.
2:30 AM ella está despierta.
3:00AM ella está despierta.
3:01 AM ella se duerme.
4:00 AM ella se despierta. Prende el televisor. Da mil vueltas. Apaga el televisor.
5AM se duerme.

marzo 01, 2007

Fraternidad (escenas)

Cuando era chiquita me molestaba mucho que me hicieran bromas. Los niños pueden ser muy crueles. Yo cada tanto me ligaba de mis compañeritos algún insulto disfrazado de chiste. No lloraba, me ponía furiosa. Mi hermano me decía que si me ponía así, me iban a cargar peor. Son divinos los clichés de los hermanos mayores. Yo lo miraba fijo, con los ojos llenos de rabia y él se reía con cara de saberlo todo (en esa época, él tenía catorce años y yo siete). No recuerdo bien cómo se me pasaban los berrinches, pero supongo que me ponía a mirar la tele o a dibujar.

Una vez, yo tenía mucha bronca (esa que mas que bronca es impotencia) por una cargada que me hiciera mi tío en una reunión, delante de toda mi familia. Me acuerdo que solamente le grité “Ay” y me fui. Subí las escaleras corriendo, entré al cuarto de mi hermano, que estaba leyendo, y cerré la puerta de un golpe. Me paré delante de él, yo estaba bufando, el ceño fruncidísimo, los brazos tensos al costado del cuerpo, los puños cerrados, agarrando con fuerza la tela de mi pollerita y como siempre, sin pronunciar una palabra. Mi hermano me miraba fijo, levantaba la cabeza y las cejas como interrogándome, pero yo no decía nada. Para calmarme, me sentó en sus rodillas, de costado, y me agarró las manos. Mientras él me abrazaba y me decía que me tranquilizara, yo sin darme cuenta –y seguramente a causa de mi furia contenida- me mordí el labio inferior. Sangró tanto que los dos nos asustamos. Quizás mas de la cuenta, porque notamos que me había lastimado, recién cuando los dos tuvimos las remeras llenas de la sangre que caía de mi boca . Era tanto el odio que yo sentía, que no me había percatado del dolor.

A los pocos días de eso, llegué a casa después del colegio, nuevamente y seriamente ofuscada. Está vez por una frase despectiva que me había dicho un amiguito que me gustaba. Tan enojada estaba, que otra vez, no podía hablar.
Mi hermano estaba preparando el almuerzo. Me preguntó que me pasaba y yo, claro, no le contesté. Me agarró la cara y repitió la pregunta. Yo apenas me mordí el labio (pero solo como un gesto de descontento, de rabia) y él me cruzó la cara de un cachetazo (por primera y única vez). Ahí sí lloré, y por un rato muy largo. Mi hermano me abrazó hasta que se me pasó.

A partir de ese momento cambié furia y autoflagelación por llanto y hablar mucho y también escribir. Las bromas me siguen molestando. Ahora cuando estoy triste también voy a ver a mi hermano, el chico que me enseñó a llorar ( Y claro que procuro siempre no morderme el labio)

Diferencias (II)

La indiferencia no es la falta de diferencia entre dos cosas, sino un estado de ánimo en el que no se ama ni se odia a una persona o cosa.
Indiferencia, entonces, no es lo mismo que indistinto, que es que dos cosas sean iguales o que no haya diferencias.
Algunos días, sobretodo si hay sol, pienso que hay personas para las que yo puedo pasar desapercibida. En cambio, otros días -mas que nada los días de lluvia- me llevo con la indeferencia de la siguiente manera: la niego. Entonces, si le soy indiferente a alguien, pienso que no es que le da lo mismo que yo esté o que no esté. Al contrario, pienso que me ignora porque me odia o porque me quiere hacer enojar, pero no puedo creer que ni se percató de mi existencia.
Hay algo indistinto para mi en la indiferencia, es que cualquiera de estas dos formas de sobrellevarla me provocan tristeza. Cómo puede haber gente que ignore a las personas lindas. Vuelvo a pensar que hay gente que nos mira pero no nos ve.

febrero 27, 2007

Variantes (II) *

Era una tarde de verano pero hacia mucho frío, lo cual podría haber leído como una señal de que ese iba a ser un día raro, pero no lo hice. Atribuí la humedad y el frío del ambiente a la proximidad al mar y al viento fuerte. Se hacía insoportable permanecer en la intemperie, así que mi amigo y yo nos resguardamos en su casa de la playa. Fue en ese momento que experimenté el nerviosismo que me invade cuando no puedo ponerle nombre a lo que siento. (Ahora creo que también a ese nerviosismo lo tendría que haber tomado como una advertencia).
La soledad mezclada con la lluvia, los malos programas de TV y la inercia, suelen ser una combinación perfecta para ponerse a hacer “cosas” que no vienen al caso (porque no se corresponden con el caso del Presente. No sirve que se trate del caso de hace un año o de ayer, y menos sirve que se trate del caso de una idealización) Esas cosas que no vienen al caso son: sacarse la ropa, apagar luz (en este orden) y proceder a tener relaciones sexuales con un hombre que pusimos en el lugar de “ideal” y que está enamorado de otra mujer.
Lo que sucedió, fue algo que no puede entrar en ninguna clasificación ordinaria, como la de Hacer el amor o Tener sexo. Tendríamos que escribir una tercera categoría para actos que son de unión y de goce, pero se vuelven trágicos por resultar reveladores de una verdad que podía permanecer velada, si dicho encuentro no se producía. (Mantener algo velado con una ilusión. A veces Lo Imaginario puede ser infinitamente mas placentero que cuarenta minutos del mejor “sexo” -para una mujer)
Esta tercera forma de encuentro sexual es placentera, pero al mismo tiempo, en ella se experimenta una sensación espantosa. (Espanto: terror, asombro, consternación).
En cuanto a mi vivencia, puedo decir que lo que sucedió fue que me vi reflejada en este hombre y la imagen que me devolvía, era horrible (Horrible: que causa horror. feo. Muy malo, pésimo). Y ahora trato en vano de que estas palabras tengan el peso del dolor que sentí en ese momento, cuando significantes como sapo, espanto, oscuro, fealdad venían a mi mente.
No encontré en esa oportunidad, ni encuentro ahora, otras palabras para describir mis impresiones. El extrañamiento. El asco de mi. Lo siniestro. Vi en mi cuerpo formas aberrantes y mi pavor no fue solo debido a la atrocidad de esas formas, sino también a que nunca antes las había visto.
El otro, al manejar la luz, nos indica donde debemos mirar, decide qué y cómo lo veremos. Lo hace con sus ojos. Ilumina innombrables. Pero lejos de quedarme en silencio, escribo.
*Variantes, Alvarez Gomez. Ver www.alvarezgomez.blogspot.com

febrero 25, 2007

Carta de Ema a Julio*

*Que Ema nunca envió porque le pareció muy cursi
Buenos Aires, Agosto 16, 2006
Debe estar con una mujer (no otra, una) porque ya es casi medianoche y no está en su casa. No me malinterprete, no me provoca celos. No es eso. Lo que sucede es que esta ansiedad porque llegue nuestro momento, ya se está convirtiendo en sufrimiento y eso, claro, no es fácilmente soportable.

Envidio esa forma que tiene de enfrentar al mundo como si fuera suyo. Ese despojo, ese andar sin ataduras a nada ni a nadie, ese hacer lo que le viene en gana, a la hora que sea y con quien quiera. No es que yo no pueda eso, o no deba. Lo malo, es que no quiero. Después de sentir que unos labios calaban tan armónicos en los mios, después de sentir la boca llena y dulce y tibia, como la sentí cuando usted me besó, no consigo que siquiera por un instante, me asalten ganas de buscar tal perfección en otros labios. Supongo que esto es, sobre todo, porque tal exquisitez, la considero imposible de hallar dos veces. Y como si fuera poco, usted es la única persona con quien puedo caminar de la mano sin desaparecer. El único hombre que no me sume en su otredad. Me deja ser.
Usted quiere que sea yo, así como soy, sin mucha altura pero grande, sin lagrimas pero sensible, quisquillosa y susceptible. Suave pero ardiente, y amando despacio y fuerte. Tranquila y ansiosa. Usted me quiere sin plataformas, sin tacos, con anteojos y con estos años. Usted me quiere por pura y puta, por noble pero mentirosa y por maliciosamente contradictoria. Me quiere a pesar de las mañanas ñañosas y de noches pre examen. Me quiere porque también hay vino y cena de dos, porque hay risa, música y peleas (de esas con reconciliación carnal). Me quiere por mi cuerpo no perfecto, por mi espalda no de angel, por mi piel no de raso.

Pero ya paso de la medianoche y usted no está en su casa. Y su boca está en otra boca y su sexo en otro sexo. Qué le puedo reprochar. Si lo que amo es su desenfado, su lujuría y su osadía. Sin eso usted no sería usted y yo no sentiría así y lo nuestro, no sería todo.

No se moleste en explicarme devuelta eso de que hay cosas que para usted son imposibles y que yo soy igual y que entonces para qué. No se moleste porque yo no se si soy tan igual. Y porque empiezo a entender que tal vez todo se trate de dejar de correr atrás de, y esperar a ser alcanzada. No por usted, claro, porque usted no me correría. Digo, por el amor, que en una de esas Dios no repartió tan mal, como supongo. Y si Dios no existe, pues entonces, seamos responsables. Pongámonos la piel de afortunados por este azar que nos coincidió, creamos que se puede, busquemos el sitio imperfecto, la hora imprecisa, la mesita redonda de ese bar en San Telmo, ese hotel con camas sin frazadas. Llenémonos de museos, de cines y de ferias. Nos queda tan linda Buenos Aires al atardecer…

Pero aúnque empiece a entender, cuando mañana nos encontremos y caminemos por el Barrio Sur hasta nuestra esquina de San Telmo, una vez más voy a sentir que soy. Que yo soy y que usted es. Que dos no es uno y lo bueno que es que así sea. Vamos a llegar a ese bar, la mesita redonda será nuestra, como siempre y tus labios de café dulce serán mios, como a veces.
Entonces mi boca se completa, se colma, no descansa.

febrero 24, 2007

Diferencias (I)

Es diferente “hacer el amor” que “tener sexo” con alguien. La principal diferencia entre estas dos formas de vincularse sexualmente, radica en la cantidad y calidad de los besos que se dan los amantes durante el acto. Cuando se hace el amor, los besos son más y son cálidos, intensos, y con gusto a mucho. (Tal vez no podamos dejar de besar a nuestro compañero/a ni por un segundo). En cambio, cuando tenemos sexo, los besos son breves, espaciados, fríos y con gusto a nada o a lechuga sin condimentar.
Otra de las diferencias entre tener sexo y hacer el amor, es la forma en que los amantes se abrazan. Cuando se tiene sexo, los abrazos pueden llegar a estar ausentes. Cuando se hace el amor, los abrazos son urgentes y fuertes e indispensables.
Otro punto son las palabras. Cuando alguienes hacen el amor, pueden decirse “mi amor” o “te amo” o “te quiero”. Cuando alguienes tienen sexo, esas cosas no se dicen, porque no se sienten en ese momento.
Cuando se hace el amor, hay miradas que ven mas que un cuerpo desnudo y no perfecto (o perfecto). Cuando se tiene sexo, se miran y examinan los tamaños, las formas, la celulitis y el reloj.
Después que se hace el amor, hay una combinación de abrazos con besos con charlas o discusiones y dormir juntos o volver a empezar. Después de tener sexo puede haber lo mismo, pero sin ganas.
Al contrario de lo que generalmente se cree; los enamorados no solo hacen el amor, sino que algunas veces, tienen sexo; Y los amantes ocasionales no solo tienen sexo, a veces, hacen el amor.

febrero 22, 2007

Tiempo y Espacio

Hace unos días revisé mis cuadernos de la adolescencia (en realidad son carpetas Nº 3 algunos años, otros años son cuadernos y otros años son agendas). Me dí cuenta que hay un tema recurrente tanto en las ficciones que escribí, como en las reflexiones (también noté que aproximadamente a los 14 años, escribía esas reflexiones como descubrimientos de una verdad absoluta que yo le develaba al mundo) ese tema recurrente, decía, es: el tiempo y el espacio.
Sí, un solo tema, no dos.
No solo los temas ando repitiendo (como si no existiera el tiempo y el espacio - ¿?) . También algunas situaciones, algunos errores, algunas (muchas) palabras. Los gustos siguen siendo los mismos en general: en la adolescencia guardaba dibujos que recortaba de revistas y de diarios, fotos, canciones, poesías, hacía críticas de películas y de libros, y listas de lo que me faltaba leer. Hoy, todas esas cosas son nombres de archivos en mi computadora o los temas de las páginas web que visito.
Y sí, yo me agarré siempre del verso mas grande del racionalismo con todas mis fuerzas. Como el miércoles a la madrugada o como ahora cuando aludo a otro alguien (alguien de alas muy grandes tal vez). Porque hay cosas que mi mediocridad necesita para sobrevivir (mi mediocridad y yo) y porque no me animo a ser aluda ( de alas grandes). Pero quién sabe, en un tiempo, tal vez , o en otro lugar. Ahora tengo que pensar en mañana, en mi agenda de viernes, en lo que tengo que hacer. Inevitable.

(Esto es increíble. Acabo de abrir la página del diario El Mundo de España y antes de aparecer la edición de hoy (no, sería de ayer) la pantalla se pone en blanco y saltá un cartelito que dice: “Minuto que pasó, se perdió” o algo así)

A propósito de estar "a salvo"

¿Cuándo Paula se vuelve imprescindible para Tulio* (y viceversa)? No puedo creer que el amor es apego, como dicen los médicos. Algo así como que nace la necesidad o las ganas de estar con alguien, por estar con esa persona. Encontrarse para encontrarse y entonces, amar para amar para amar para amar.

Probemos el siguiente ejercicio: Que Paula se reuna con Tulio una vez, después otra vez y otra vez y otra vez. De a poco, y hasta sin tomar conciencia de lo que se genera en el aire (o en la piel) Paula y Tulio se empiezan a querer. ¿No? No lo se.

Así, tal vez no haya un momento mágico de "encuentro", o un despertar interno, ese por el que en el instante mismo de espabilarnos, podríamos ver que el otro es "tan lindo".
Se trataría mas bien, de un auto-embauque paulatino (porque lo hace Paula y porque es de a poco), de una suerte de compulsión a vestir a Tulio con el trajecito de galan del momento y por supuesto, de ponerse Paulita, en el lugar de partenaire adorada (por el galan).
Empiezo a creer, que por como inflamos e inventamos galanes a partir de un "hombre común", nosotras, encantadoras y encantables Paulas, tenemos alma de productores de telenovelas.

Pero, ¿por cuánto tiempo suele estar en el lugar de "galan" un actor? ¿Qué es lo que lo saca de ese rol?. ¿Por qué es casi automático para Paulas, ponerse en el lugar de partenaire, con todo lo que esto conlleva?
Uno, señores, se pierde en esos papeles. Es necesario salir del set, desarmar la escenografía y dejar de ser el personaje (o por lo menos saber que estamos jugando)
*Para conocer más sobre Paula y Tulio, ver Tremendo Diario de Buenos Aires, Alvarez Gomez, blog, 2007

febrero 21, 2007

A Salvo

Prefacio
Hace algún tiempo que personas allegadas a mi, están preocupadas por mi asexualidad (si es que esa palabra existe).
Por tranquilizar a mi gente (y por una necesidad fisiológica que me inventé) acepté salir con un joven, muy bonito y algo interesante. Lo conocía poco, de algunas reuniones de amigos en común.
En privado me impresionó un chico agradable. En la intimidad resultó ser un hombre encantador. (Aún así, hay ciertas cuestiones que me alejan de esta persona. No las mencionaré, pero aunque suene contradictorio, eso también contribuyó a que los encuentros siguieran.) Todas estas fueron las razones por las que acepté las tres o cuatro invitaciones que me hizo. Acepté las citas siempre a regañadientes. Alguna vez, estando allí, con él, no me arrepentí de haber asistido al encuentro. Alguna vez sí o me quise ir rápido.
Así transité por esto, hasta ayer, que pasó lo que quiero contar, lo que habla de la seguridad y de sentirse a salvo.


A Salvo

Manejaba un auto prestado a las 3 AM. por la Av. Córdoba a 80 km por hora. Volvía de un encuentro con P. que había consistido en tomar una cerveza.
En el bar, después de la cerveza, nos besamos y algo raro pasó: Por primera vez, los besos tuvieron gusto a algo para mi, y yo, me perdí. Llamémoslo, en lugar de pérdida, “extrañamiento”. Sensación de extrañamiento. Estuve, por el momento que duró ese beso, fuera del espacio y del tiempo, o por lo menos, no me acordé de ellos y me concentré en saborear esos labios que me resultaron riquísimos (no queda claro si son los míos o los de él)
Así, extrañada, perdida, volvía yo en el auto, por Av Cordoba, manejando rápido a casa. En medio de la congoja que me producía esto, pensé: Yo soy Carmela. Mañana tengo trabajo que hacer; al mediodía tengo que ir a esa reunión con Marta; no tengo que olvidar inscribirme en el conservatorio a las 14 hs; tengo que estudiar y terminar los escritos para presentarle a Silvia, etc, etc. De repente, el pecho empezó a descomprimirse, nada parecido a la angustia me invadía. Que placentero. Me sentía a salvo. La seguridad la obtuve cuando me acordé de mi. Yo me salvé, pensaba. Y hasta me sentía orgullosa de eso.

febrero 19, 2007

Ema (I)

Era una noche calurosa de primavera. Ema salió de su casa a comprar cigarrillos. Caminó despacio las tres cuadras hasta la avenida, quería hacer eterno ese paseo por el barrio, (aunque la rabia que sentía no se disipaba con esa caminata).

Compró en el kiosco de la esquina de Armenia como siempre. Se detuvo a contar el vuelto y se le cayeron las monedas. Pensó que nada le salía bien ese día. Se sentó en la entrada de un negocio ya cerrado. La gente paseaba contenta, unos chicos se juntaban en la esquina a tomar una cerveza, una nenita que pasó a su lado le hizo una sonrisa que Ema le devolvió por cortesía o por obligación (después pensó que la cortesía tiene mucho de obligación). Y en la vereda de enfrente se abrió una puerta. En todos los años que vivió en el barrio, nunca se percató que allí había un edificio de departamentos. Vió salir a un muchachito flaco que sostenía un cigarro en la boca y empujaba una bicicleta negra y antigua. De repente sintió el pecho abierto y un aire inmenso que la llenaba. Era una sensación conocida. Una alegría que la transportaba por fracciones de segundo a un sitio perfecto. Lo que presenció, fue una escena que no era de ese tiempo, ni de ese lugar pero le resultaba amorosamente familiar.

febrero 17, 2007

Alejandra (II)

Durante el tiempo de Compulsión-al-Encuentro que vivimos Alejandra y yo, se fueron forjando distintos rituales que seguimos como ceremonias sagradas.
Los jueves, por ejemplo, comprábamos batatas fritas y milanesas de muzzarela en una rotiseria de la vuelta de mi casa. (Siempre nos jactamos de elegir comidas que para los comensales comunes son guarniciones, como si eso diera alguna prueba de nuestra viveza o de alguna originalidad). Pasábamos por el almacen de Don Franco a comprar una cerveza negra que él siempre nos tenía reservada. Cenábamos en casa y después salíamos a dar una vuelta. El camino era siempre el mismo: de mi casa tomábamos la Av. Coronel Díaz hasta el Boulevard Charcas y de ahí hasta la iglesia de Guadalupe. Nos sentábamos en la plaza a comer un chupetín o algún chocolatito que Ale compraba en el camino.
Me acuerdo de la cara de Ale en la penumbra de la plaza, los chicos jugando atrás, ellos fuera de foco. Yo la miraba a ella y todo lo demás era ruido. Se iba a ir. Y el perfil de Ale tan fino. Tenía una nariz chiquita y los labios gruesos. Siempre tenía cosas sorprendentes para contarme. Era tan joven ¿cómo podía tener esas historias y contarlas de esa manera? Dicen que los hijos del medio son los mas fuertes y maduros. Sería por eso.

La Falta

Lo que es no poder querer…
Si hasta aquel dinamarqués estaba preocupado.
No poder querer una manzana, un durazno,
No poder querer a Clara.
Yo puedo querer libros para leerlos y para mirarlos; para perderme en las anotaciones que voy dejando en los costaditos; para sentirme orgullosa o sacarles el polvo y hasta para avergonzarme de alguno.
Yo puedo querer salir, comer, caminar, bailar. Yo puedo querer un nombre, o un hombre o un innombrable. Yo puedo querer amar, yo puedo querer algo o alguien. Yo soy (estoy tratando de auto convencerme)

Noviembre 2005

Alejandra (I)

Alejandra se fue a vivir a España el 12 de Febrero de 1997. Había tomado la decisión de estudiar Historia del Arte en Europa en el 95, año que ella había vivido en Francia, en la región de Bretania.
Cuando dos personas que se quieren saben que una de las dos está pronta a partir y que no se verán por mucho tiempo, ambas empiezan a vivir una especie de Compulsión a encontrarse. Se empiezan a ver mucho mas de lo habitual. Esa exquisita compulsión vivimos Alejandra y yo los meses anteriores a Febrero del 97.
Creo que tener conciencia de que no la vería en mucho tiempo me hacía quererla todavía mas, mirarla mejor. Yo experimentaba un placer inmenso en los momentos que viviamos durante esa época. Todas las sensaciones eran mas intensas, mas fuertes. Supongo que mas que por nuestro cariño y nuestra amistad, ese placer se sostenía en el conocimiento de que esos momentos se iban a terminar pronto. (Creo que puede llegar a ser por sumar placer, que a veces nos inventamos la inminente pérdida de la persona que tenemos al lado, como encontrar un placer en el miedo que eso nos provoca o en la desazón).
Alguna que otra vez Alejandra dudó con respecto a irse, pero yo estaba segura de su partida. Estaba segura desde el momento mismo de mi convicción, de mi fe en perderla.
Lo que nunca imaginé fue la forma tan extraña, en la que tiempo después, volví a ver a Alejandra.

febrero 15, 2007

Por Julio

De mi corazón decrépito nace esta pluma que por tu andante soledad se desvela.
Tus palabras se estrellan contra este mar tan mío de corrientes voluptuosas y magistrales. Porque tus palabras no pueden con mis agallas.
Que para respirar y para orar, aunque para orar nunca sea la hora.
Porque, de qué sirve rezar si ni tres mil fieles juntos, diciendo la más fuerte de las plegarias, pueden hacer pasar este tiempo.
El desencuentro acecha solo esta alma, porque las demás no tienen ganas de perderse.
Y se que si por esas calles, bajo ese sol que decías, yo vago perdida otra vez, encontrarme solo sería encontrarte y así nuestras esquinas de siempre y de única vez, volverían a ser testigos de una luz resplandeciente. Y no tendrías miedo de enceguecer, esa luz te cubriría el cuerpo y el alma. Y en cada calle dejaríamos más luces como luciérnagas. Vos decías que si las mirás de cerca se ríen, contentas de estar desorientadas, contentas de brillar tanto.


Septiembre 2005

febrero 14, 2007

Anacrónico ?

El vacío interior puede generar un abismo. La idea de un salto mortal se dibuja en el aire.
Borras el tiempo arrancando algunas flores de un jardín ajeno. Obsequiándolas con una frase cursi. Acompañando a la parada del colectivo. Saludando con un beso en la mejilla, siempre. Escuchando un tango. Hablando de “ideales”. Siendo peronista.
Perseverando en una lucha –tan tuya, en la que solo se gana la batalla del orgullo, en la que el Amor Propio se salva solo de a ratos
Dos mates fríos y unas Melbas. Irse al Sur y La Fotografía. Un cuadro que pintaste con un frase escondida: “Las muertes me fecundan”.
Un año en letras. Cuatro años rodeado de locos.
Ahora unos pétalos se caen de aquellas flores. Me ves más allá de mis ojos. Yo ni siquiera puedo mirarte. Me decís que yo no pedí permiso para darte algo. Yo ni siquiera creía en un apertura posible. Me decís –citando a alguien sin Dios- que ante un abismo se puede dar un paso al vacío o a la libertad, que vos queres dar ese paso a la libertad conmigo. Y yo… yo digo tantas veces Yo.

febrero 13, 2007

Anhelo

¿Ese día eras alguien que no tenía un lugar porque lo había perdido con esa mujer?
¿O eras alguien que nunca lo tuvo?
Otras veces estuve yo ahí, en ninguna parte.
Hoy toda yo soy yo, no otra.

Ojalá te encuentres.
Ojalá no seas vos, este. Si sos este, ojalá no seas Él.
Que no haya Él.
Que te encuentres. Que yo no quiera estar ahí entonces… para mirarte.

Que te amigues con el silencio, que es la diferencia; con el dolor, que invoca; con el dolor que invoca diferencias-silencios.
Que entonces no hables. Ojalá que no hables y tu mirada diga. Para reconocer que no eras vos el que antes miraba. El que no me veía.
No me ves.
Y si sos este, que no seas Él.
Que un día no sea solo mi voz.

Antes y después

Estuve mucho tiempo enredada en falsas teorías para encontrar alguna respuesta. Pensaba que vos las tenías ahí, al alcance de tu mano, en tu boca. Que lo único que tenías que hacer era hablar, hablar de una vez. Aborrecía tu silencio.
Tal vez tardé mucho tiempo en comprender que si te amaba de esta forma, tenía que destruirte.
Corrí tantas veces a tu alrededor. Estuve siempre a punto de lanzarme a tu abismo con fuego ardiendo de guerras y de exilios, de conventos y de fugas, de Rojos y falangistas y sangre noble y ceguera. No me importaba quemarme en tu felicidad inmensa, llena de iglesias y de flores.
Pero un día, de alguna forma que desconozco, descubro un deseo mío. Por ser mío no existen fórmulas ni modelos ni destino ni brújula.
Y entonces construir sobre estos cimientos mi casa de otra cosa. Empezar desde el principio con lo que vos me diste y con lo que yo conseguí.
Confeccionar el vestidito para estrenar cuando me vaya de vos. Y pararme al borde de tu abismo, y en ese instante, entender que en lugar de tirarme puedo cruzarlo, que solo si doy un paso hacía adelante aparece un puente, y con cada paso un poco más de suelo. Se forma un camino firme y seguro.
Tengo en toda la piel mis creencias, esa piel que cuido y atesoro.
(Esa piel me protege, pero se que hay que estar dispuesto a arrancársela aunque sangre, y elegir una nueva, cada vez.)